Pensar demasiado es agotador. La parálisis por análisis es uno de los principales problemas de nuestra época. Pensar demasiado es uno de los principales motivos por los que nos sentimos frustrados y con poca energía en nuestro día a día.
Analizar una situación y estudiar los pros y contras es algo necesario y saludable a la hora de tomar buenas decisiones. Sin embargo, en muchas ocasiones, damos más vueltas de las necesarias en nuestra cabeza sin llegar a una conclusión o solución concreta.
Es más, a veces saltamos, sin hacer una pausa, de un argumento a otro que se contradice o transitamos rápidamente de una emoción a otra. Por ejemplo, pasamos de sentirnos emocionados por una nueva oportunidad laboral, a empezar a enumerar todo lo que podría salir mal o a proyectar los posibles escenarios desfavorables. Así bien, en la mayoría de casos, cuando soprensamos en exceso, pasamos de mostrar emociones positivas a negativas como la culpa o el miedo.
Pensar en exceso es algo común; sin embargo, esto no significa que sea positivo. El sobrepensamiento se manifiesta principalmente de dos formas: rumiación (pensamientos negativos repetitivos que no tienen una solución real) y la proyección (hacer predicciones a menudo catastróficas sobre el futuro).
Las personas que piensan demasiado no solo utilizan palabras para evocar sus pensamientos. También pueden imaginar situaciones y eventos (normalmente catastróficos); por ejemplo, pueden imaginar que su automóvil se sale de la carretera o que pierden su trabajo. De todos modos, sea cual sea la manera en que lo hagan, el hábito de pensar en exceso y darle demasiadas vueltas a las cosas les impide, en última instancia, hacer algo productivo.
Además, pensar en exceso puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard, demostró recientemente que un exceso de actividad cerebral es responsable del agotamiento de una proteína esencial de nuestro organismo. Esto significa que un exceso de pensamiento puede reducir nuestra esperanza de vida.
Pautas a seguir para dejar de pensar demasiado
- Identificar nuestros patrones nocivos
- Cambiar la historia que nos contamos a nosotros mismos
- Soltar el pasado
- Enfocarse en el momento presente
- Aceptar nuestras emociones
- Centrarnos en las soluciones
- No dejarse llevar por las sensaciones negativas
Al aprender a vivir en el presente en lugar de pensar demasiado, podemos mejorar considerablemente nuestra felicidad y sobre todo nuestra tranquilidad. Para conseguirlo debemos recordar que la vida no es algo que nos sucede sin que podamos actuar; esto significa que incluso las emociones negativas pueden conducir a resultados positivos. Al tratar estas emociones como parte de nuestro crecimiento, podemos aprovecharlas al máximo.